Guantánamo y la Muerte del Habeas
Corpus
2 de agosto de 2011 Andy
Worthington
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 4 de agosto de
2011
El mes pasado, el tercer aniversario de Boumediene v. Bush (el 12 de junio) pasó sin mención. Esto
fue una gran pena, no sólo porque fue una sentencia poderosa, conceder a los
prisioneros de Guantánamo los derechos constitucionales que consagra el habeas
corpus, sino también porque después de esa audaz intervención que condujo a la
liberación
de 26 presos que subsecuentemente obtuvieron sus peticiones de habeas
corpus, los reclusos de Guantánamo han sido abandonados una vez más por los
tribunales.
La falla de los tribunales se debe en gran medida a que un significativo
número de jueces en el Tribunal de Circuito en el Distrito Capital, donde se
llenan los recursos de apelación contra los grados del habeas corpus, han
revelado ser tan del ala derecha como los arquitectos de la “Guerra contra el
Terrorismo” de la Administración Bush. Dirigido por el juez A. Raymond Randolph,
cuya anterior demanda a la fama en materia de seguridad nacional fue que apoyó
todas las piezas de la legislación relacionadas con Guantánamo que fue anulada
por el Tribunal Supremo. El último año, el Tribunal de Circuito ha tenido éxito
en desbaratar habeas corpus de toda importancia cuando su beneficio es
solicitado por alguno de los 171 hombres que siguen recluidos en Guantánamo.
En el transcurso de este año he seguido
con desesperación
las sentencias
del Tribunal de Circuito, las cuales son angustiantes
en dos sentidos: primero porque los jueces han socavado las demandas de los
tribunales inferiores por “una preponderancia de la evidencia”, que es,
en primer lugar, un estándar muy bajo y en segundo lugar, porque el Tribunal de
Circuito ha reforzado la concepción errónea en el corazón de la “Guerra contra
el Terrorismo” al fallar en reconoceré que los soldados son distintos a los
terroristas.
De hecho, a pesar del intento de la Corte Suprema de garantizar los derechos
de los prisioneros, tanto los soldados como los terroristas, todavía son
considerados en Guantánamo esencialmente como una categoría de seres humanos
casi sin ningún derecho, a lo que George W. Bush se refirió notoriamente como
“enemigos combatientes ilegales”.
El mes pasado, precisamente después del aniversario de Boumediene el
23 de junio, el juez Ricardo Urbina emitió la 60º sentencia de habeas que
anulaba la solicitud de Khairullah Khairkhwa, un prisionero afgano (PDF).
Esto fue inesperado, ya que Khairkhwa era el gobernador de la provincia
occidental de Heart bajo el Talibán y también había servido como Ministro del
Interior de los talibanes. Decididamente, la defensa de Khairkhwa se centró en
su demanda de que él no tenía ningún papel militar, pero el juez Urbina estuvo
de acuerdo con el Departamento de Justicia en que había evidencia que indicaba
que “él había servido como acompañante de un enviado Talibán que se reunió
clandestinamente con oficiales iraníes para discutir la oferta de Irán de
proveer a los talibanes con armas y otro soporte militar en previsión de
inminentes hostilidades con fuerzas de la coalición estadounidense”.
Esto bien pudiera ser el caso, aunque no va en detrimento del actual y en
gran parte incontrovertido absurdo de mantener prisioneros en Guantánamo a
quienes estuvieron involucrados en actividades militares, en lugar de aquellos
que estuvieron involucrados en la planificación de actos de terrorismo
internacional. A menos que Khairkhwa estuviera involucrado en la planificación y
ejecución de los ataques del 9 / 11, se debe mantener como prisionero de guerra,
sostengo yo, y no como un "combatiente enemigo", y muy posiblemente,
juzgado en Afganistán por la crímenes de guerra
de los cuales ha sido acusado. Estos sucedieron en 1998, cuando él estaba a
cargo mientras los talibanes tomaron la ciudad norteña afgana de Mazar-e-Sharif,
y masacraron a miles de sus habitantes, los hazaras y los uzbecos, quienes,
junto con los tayikos y pastunes, conforman los cuatro principales grupos
étnicos de Afganistán.
Nadie se acredita el mérito de que casi diez años después de los ataques del
9 / 11, exista todavía la deliberada confusión en el corazón de la "Guerra
contra el Terrorismo" - diseñada por altos funcionarios de la administración
Bush para que pudieran establecer un campo de interrogatorios ilegales en
Guantánamo, y para interrogar coercitivamente e incluso torturar a los reclusos,
para encarcelar a los soldados, e incluso a los mandos militares como Khairkhwa,
en una prisión experimental, relacionados con el terrorismo, posiblemente por el
resto de sus vidas.
El pasado viernes 22 de julio, el Tribunal de Circuito reforzó su position al
denegar la apelación de Muaz al-Alawi (conocido por las autoridades como Moath
al-Alwi), quien perdió
su solicitud de habeas en junio de 2009, hace 18 meses. Al-Alwi fue uno de
los primeros prisioneros que perdió su petición y su caso fue emblemático de las
distorsiones requeridas para identificar a los soldados como terroristas.
Al mismo tiempo que el juez Richard Leon rechazó su petición de hábeas
corpus, la Corte tuvo primero que establecer que para ser detenidos, se requería
que los prisioneros fueran obligados a ser "parte de o que apoyaran a los
talibanes, fuerzas de al-Qaeda o fuerzas asociadas que dedicadas las
hostilidades contra los EE.UU. o sus aliados ", lo que incluye a “cualquier
persona que haya cometido un acto de beligerancia o haya apoyado directamente
las hostilidades para ayudar a las fuerzas armadas del adversario "Como expliqué
en el moment.:
Según él mismo sostiene de la evidencia, al-Alawi estuvo en Afganistán antes
del ataque del 11/9 y combatía junto a los talibanes contra la Alianza Norte.
Para refutar esto, concedió el visto bueno a la demanda adicional de que “lejos
de dejar la unidad talibán en el período subsiguiente al 11 de Septiembre de
2001, “al-Alawi permaneció con ella hasta después que Estados Unidos inició la
Operación Libertad Duradera el 7 de octubre de 2001, voló a Khowst y luego a
Paquistán sólo después de que su unidad fue sometida a dos o tres
bombardeos”
Es decir, el juez Leon sentenció que Muaz al-Alawi puede ser recluido
indefinidamente sin cargos ni juicio porque a pesar de viajar a Afganistán a
combatir otros musulmanes antes del 11 de Septiembre de 2001, “sosteniendo
que no tenía asociación con al-Qaeda” y afirmando que “su respaldo y
asociación con los talibanes fue mínima y no dirigida a las fuerzas de coalición
de Estados Unidos”, él estaba todavía en Afganistán cuando ese conflicto se
convirtió en una guerra diferente que siguió a la invasión dirigida por Estados
Unidos en octubre de 2001. Tal como lo admitió Leon en su veredicto: “Aunque no
hay evidencia reales de que el solicitante usara armas contra las fuerzas de
coalición de Estados Unidos, el Gobierno no necesita probar tales hechos para
que el solicitante sea clasificado como un enemigo combatiente de acuerdo con la
definición que ha adoptado la Corte”.
Dada la confusa definición sobre quién puede ser legítimamente detenido en
Guantánamo y el impacto, el año pasado, de los repetidos asaltos del Tribunal de
Circuito a las sentencias de los tribunales inferiores, era obvio que no se
admitiera la apelación de al-Alawi (PDF),
pero eso no es motivo para celebración.
Como en el caso de Khairullah Khairkhwa, aún se formulan las preguntas
erróneas. En lugar de preguntar si estos hombres pueden ser retenidos
legítimamente, quienes están perturbados por la existencia actual de Guantánamo
lo que necesitan preguntar es por qué los tribunales están justificando la
progresiva y posiblemente indefinida detención de los prisioneros de Guantánamo,
lo que es inadecuado.
La mayoría de los que continúan recluidos eran soldados, que deben ser
capaces de argumentar ahora que el conflicto para el que fueron reclutados era
finito, y no puede ser una interminable "Guerra contra el Terrorismo", y el
resto, acusados de estar involucrados con el terrorismo, deben ser juzgados por
su presunta participación en actividades delictivas.
Andy Worthington es el autor de The Guantánamo Files: The Stories of the 774 Detainees in
America’s Illegal Prison (“Los Archivos de Guantánamo: Las
historias de los 774 detenidos en la prisión ilegal de América”) Publicado
por Pluto Press, distribuido por Macmillan en los EE.UU., y está disponible en
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